Los que llegaron pronto a España para aprovechar las buenas condiciones de vuelo del martes se alejaron rápidamente y dividieron el pelotón.
Muchos de los que quedamos atrás formamos un grupo unido y disperso cada pocos kilómetros desde Accous hasta las estaciones de esquí españolas.
En cada pequeña ciudad o pueblo, en cada aparcamiento de carretera. Nos parábamos junto a una furgoneta, compartíamos historias de vuelos emocionantes y aterrizajes aterradores, intercambiábamos tácticas, rutas, planes y palabras de ánimo.
Esta es la belleza de una carrera como la X-Pyr. Para algunos, es una competición feroz. Para la mayoría, es una aventura que compartes con tu equipo y que terminas con nuevos amigos de todo el mundo.